10/10/07

Metro

“Lo importante no es tener a la gente que quieres cerca,
sino tenerla en el corazón”
SoNaR


A pesar del tiempo, dentro de la estación hacía calor. Y aunque siempre me quitaba el abrigo, el calor seguía siendo horrible en ciertas ocasiones.
Después de manosear la cartera en busca del billete, pasé a través del mecanismo que me ofrecía pasar a las profundidades de la ciudad. La estación había sido construida hace unos meses y aquel detalle se notaba en absolutamente cualquier detalle de la estación: mucha luminosidad, mecanismos nuevos, altos techos,… e incluso el vagón que estaba expuesto a modo de contraste entre los nuevos y lo que eran hace 40 años.
Hace meses que ya paso a través de todo aquello y sin embargo siempre encuentro algún detalle que me hace sonreír. Recuerdo que hará unos días, al bajar por las escaleras mecánicas que daban paso al nivel donde se cogía el metro, me fijé en una franja de luz verde que aparecía y desaparecía de los escalones. Algo tan simple como la luz tiene el poder de llenarte de alegría por dentro.
Ahora que estaba en el nivel inferior, solo me quedaba esperar un minuto para la llegada del tren. Había días en los que nada mas saltar de las escaleras, las puertas se abrían para que entrases a recorrer las entrañas de la ciudad. Y en la mayoría, como hoy, tocaba esperar, ya que el último tren había salido hace un par de minutos de la estación. En esos instantes, solo te quedaba mirar alrededor y ver la gente que había.
En alguna ocasión, ha habido personas que me han llamado la atención. Tal vez por el modo de vestir, por su físico, por tener un libro en las manos o arrastrando una gran maleta tras ellos. Hoy no había nadie destacable.
Aunque una persona sea algo más que un físico o que un modo de vestir, es eso mismo lo que nos entra por los ojos. “Si tenemos un sentido para ver a las personas por fuera, ¿dónde se encuentra aquel que nos hace verlas por dentro?” Más de una vez me he hecho esa pregunta y cada vez encuentro una respuesta mas clara. A medida que vas conociendo a personas nuevas, te vas ganando una amistad o un amor, aprendes a que el sentido de la palabra y sobre todo el del corazón es el que nos hace ver a las personas por dentro. Este pensamiento se relaciona mucho con una frase que leí en uno de muchos panfletos que hay en los vagones del metro para impulsar la lectura. La frase decía algo así: El libro es el mejor invento del hombre, porque a diferencia del resto, es una prolongación de la imaginación de las personas.
Cuando miré el reloj por tercera vez en menos de treinta segundos, empezó a aparecer la cabeza del tren por la boca del túnel, cada vez más despacio, hasta detenerse ante los demás y ante mí.
Al estar cerca de unas puertas del vagón, apenas tuve problemas para encontrar un asiento libre. Por algún curioso motivo que yo mismo desconocía, tenía preferencia por los asientos que se encontraban cerca de las puertas. Puede que lo que de un modo inconsciente hacía era esperar lo más cerca posible para salir corriendo de las profundidades y poder salir al exterior, donde en ocasiones era una sorpresa como te lo podía encontrar: con un gran sol brillando en el cielo y dándote vida, o con una lluvia que hacía que el tiempo avanzase despacio y solo tuviese ganas de estar todo el día paseándome y empapándome de ella hasta llegar a mi destino.

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